martes, noviembre 30, 2004

Tesoros sin mapa

A veces no nos damos cuenta, pero estamos intentando correr, ir más deprisa de lo que nos permiten nuestros pies. A veces, sin querer, nos vemos desbordados por sentimientos poco o nada oportunos, por situaciones con las que no contábamos, que no estaban escritas en ninguna parte. Y tendemos a huir.

A veces, nos empeñamos en dibujar al milímetro un mapa, en trazar el camino perfecto que nos lleve directamente al tesoro que anhelamos. Marcamos los senderos posibles y descartamos de antemano los que creemos que no nos gustarán o, simplemente, no encajan en el plano.

Y a veces nos equivocamos. Nos frustramos al descubrirnos caminando por una de esas vías prohibidas y nos autocastigamos sin piedad alguna. Incluso podemos llegar a castigar sin darnos cuenta a aquél que nos incitó a dar el primer paso, olvidando que, en última instancia, son nuestros pies los que caminan y no los del otro.

A veces nos olvidamos de que no es posible saber en todo momento hacia dónde nos dirigimos, por muy claro que tengamos lo que queremos y lo que no.

Existen, en el mapa, mil caminos diferentes que nos pueden llevar hasta el lugar donde deseamos estar. Existen también mil senderos que no inventamos, mil historias que no escribimos antes de comenzar el viaje. Pero, sobre todo, existen más de mil tesoros sin mapa ni camino definido. Tesoros que aparecen sin previo aviso, sin ser anunciados en la tele ni en los carteles publicitarios de la ciudad. Tesoros con los que no contamos al hacer las maletas y que, sin embargo, se van sumando a ella...

Y no importa mucho a donde lleguemos si nos cuidamos de no andar justo en la dirección contraria, hacia fuera del mapa. Si nos cuidamos de poner un pie detrás del otro sin pretender llegar en dos segundos al lugar que marcamos ayer o marcaremos mañana.

No importa mucho a donde lleguemos si aprendemos que, a veces, lo más valioso es aquello que nadie dibujó en el mapa. Aquello que, sin apenas pretenderlo, va dando forma a nuestras huellas hasta convertirlas en una vida...