domingo, febrero 27, 2005

Me bajo aquí

No iré muy lejos, pero me marcho de aquí, de estas paredes infestadas de odio y amargura ajena. Me voy y empiezo de nuevo a reconstruir mi sitio, un lugar para mi. Para muchos sonará estúpido o poco importante, pero para mi no es así. Llevo desde los siete años siendo arrastrada de un lugar a otro, de una casa a otra, en la misma o en distintas ciudades. Arrastrada de niña y atrevida de no tan niña, he vivido en cerca de veinte casas distintas y en ninguna de ellas durante más de uno o dos años. No es extraño intuir que en ocasiones me haya sentido desorientada, perdida, desubicada, fuera de lugar. Resulta complicado hacer y deshacer maletas tantas veces en tan poco tiempo, decidir lo que te llevas y lo que no, siendo consciente de que pronto volverás a partir de nuevo.

Hace algún tiempo alguien a quien quiero mucho me dijo que es bueno andar de un lado a otro del mundo, no tener sitio fijo, no poseer nada que pese en la mochila, no acumular libros ni recuerdos demasiado pesados para poder deambular por el mundo ligera y efímera, pero siempre y cuando se tuviera un punto de referencia, un sitio al que poder volver. Yo a veces no encuentro esa referencia. Una ciudad sí, una casa sí (incluso dos o tres), pero no una habitación o un espacio sólo para mi. Tengo mis cosas almacenadas en diferentes lugares, mi vida distribuida en las vidas de otras personas. Imagino que suena raro, sobre todo para aquéllos que siempre han sabido cual es su punto de referencia, que nunca han dudado de cual es su sitio, que han dado por hecho que todos tenemos un hogar o una familia como la suya.

Yo me bajo aquí. Me voy. Empiezo de nuevo y por poco tiempo. Cuando esto pase empezaré a recoger mis cosas y haré que se encuentren en algún lugar, para quedarse allí si no todo,mucho tiempo. Celebraré una fiesta por todo lo alto e invitaré a mis fotos, mis cartas, mis apuntes, mis libros, mis peluches, mi ropa, mis zapatos, mis velas, mis figuritas de colores, mis espejos y todos los sueños que un día adornaron una bonita y acogedora habitación de niña. Entonces podré irme, podré seguir caminando y deambulando por el mundo sin preocuparme de nada, sabiendo que siempre podré volver a casa, a mi casa.

Yo me bajo aquí, porque empiezo a marearme y no quiero vomitar más.