miércoles, febrero 02, 2005

Moleskine

Llevaba tiempo escribiendo en una libreta pequeña de tapas duras, de unas 500 hojas de papel reciclado. Pero el 11 de Junio de 2004, la persona más especial me hizo el regalo más especial.

Mi viejo cuaderno acabó sus días en un lugar privilegiado de la estantería de mi habitación, y fue sustituido por una preciosa Moleskine de tapas negras que viajó al otro lado del océano. 240 páginas, un millón de frases, ideas, lágrimas, recuerdos, cuentos e historias que jamás olvidaré.

Lo primero que hice, tal y como manda la tradición, fue numerar cuidadosamente cada una de las hojas en blanco. Lo segundo, poner mis datos y la recompensa para quien la encontrara en caso de extravío ("Una tarde de capuccinos y sonrisas, a mi cargo"). Lo tercero, escribir la fecha en la parte superior derecha de la hoja número uno y las primera ideas: "Entre libros y lenguas", "Me encanta el ruido que hacen mis tacones al golpear el suelo, marcar el ritmo", "Rastro de ti" y "Temblar contigo". El resto vinieron rodadas, casi sin darme cuenta. El viaje a Barcelona, a El salvador, el regreso a Valencia, a Zaragoza y la preparación de mi traslado a Salamanca fueron los responsables. Los viajes y una bella historia de amor . Si tuviera que ponerle un nombre a ese cuaderno, sin duda, sería el tuyo.

Ya no quedaba espacio para continuar escribiendo,pero las ideas y sueños seguían agolpándose en mi cabeza, y en folios que guardaba en cualquier cajón, así que el 15 de Octubre me hice con un nuevo cuaderno, uno morado (en esta ciudad no saben lo que es una Moleskine), con el que comenzaba una nueva etapa de mi vida, en una nueva ciudad y envuelta en circunstancias diferentes. Mis idas y venidas, el periodo de adaptación y la pérdida de lo que más quería fueron llenando las hojas en blanco de mi nuevo compañero de viaje. La primera frase: "La ciudad parece un mundo cuando se ama a un habitante", de mi querido Ismael Serrano. Su nombre sería, "Naufragio", y no sólo por su contenido, sino porque así es como murió, naufragando dentro de mi mochila a manos de una botella de agua despiadada.

El 24 de Noviembre comenzó mi fantástico viaje por la blogosfera. Mi Pequeño Nuevo Mundo nacía con las mejores ilusiones y la fuerza necesaria para empezar de nuevo, para seguir haciendo lo que más me gusta (escribir, reflexionar, imaginar, crear...), y rescatar los mejores momentos, que no tienen porqué ser siempre buenos. Se ha convertido en mi cuaderno de viaje, en mi kit de supervivencia particular. El nombre, ya sabes de donde viene.

Hoy, 2 de Febrero, he decidido hacerme con un nuevo cuaderno, pequeñito, para llevar en el bolsillo, para poder anotar en él todas esas cosas que aparecen en mi cabeza en cualquier momento, en cualquier lugar. Un lugar reservado a mi intimidad y mis delirios. La primera frase: "Es curioso que en tan poco tiempo hayan naufragado tantas cosas... Volvemos a empezar". Porque las mejores ideas no suelen aparecer frente a la pantalla del ordenador. Su nombre ya se me ocurrirá, aunque espero que para entonces pueda ser sustituido por una preciosa Moleskine.