sábado, mayo 07, 2005

Alumbrar el alma

Una empresa líder en el sector de la electricidad estrechamente relacionada con la Iglesia, ha enviado una carta al Presidente del Gobierno, exigiéndole la exterminación inmediata de ciertos sujetos que habitan el país (tienen nombres y apellidos que omitiré por respeto) y, tras estudiar minuciosamente el caso y descubrir las posibles consecuencias de su evasiva ante tal hecho (el pueblo, con poder, manda), ha decidido adoptar una medida algo más leve. Les ha concedido una nueva identidad y puestos de trabajo vitalicios excelentemente remunerados a cambio de que mantengan su secreto de por vida. A cambio de que jamás hagan públicos sus poderes mágicos para alumbrar el alma.

Por supuesto, nadie estaba a favor de aceptar la propuesta, pero han tenido que hacerlo, por aquello del respeto a la Autoridad, por no alterar el orden público ni arriesgarse a ser misteriosamente eliminados del planeta (cosas del Estado Democrático de Derecho en que vivimos...).

Pero hay cosas que ni el Gobierno ni las empresas privadas pueden controlar, y así es que he descubierto, casi por casualidad, los nombres originales de algunas de esas personas, y, de nuevo casualmente, me he topado con ellas (puede que el orden de ocurrencia fuera otro). Sin querer he desenmascarado a esas personas que iluminan el cielo por las mañanas y encienden las estrellas por la noche, las que reparten sonrisas allá por donde van y hacen crecer girasoles en el alma de quien los conoce. Por supuesto, ellos no lo hacen queriendo, pues los vigilan desde arriba la mayor parte del tiempo. Pero a veces, cuando el mundo se duerme y nadie les mira, te guiñan un ojo desde las sombras y, misteriosamente, la luz se enciende. Las nubes cambian de color, las grietas se abren y te alumbran el alma, aunque sea por unas horas, quizás segundos, y por fin encuentras, debajo de la cama o detrás del sofá, tus gafas de ver el mundo. Esas lentes que habías dado por perdidas y sin las que apenas eras capaz de distinguir un "te quiero" de un "adiós", un beso de un dedal, una lágrima de una sonrisa o un cumpleaños de un funeral.

Ell@s hacen todo lo posible por pasar inadvertid@s, por evitar situaciones embarazosas como que una niña les pida que den vida a su muñeca o iluminen su castillo encantado mientras otras le hacen corro. Les horrorizan los agradecimientos infinitos y la atención prolongada. Son extremadamente tímid@s, discret@s, modest@s, inteligentes y divertid@s, aunque, por aquello de integrarse en la sociedad, a veces se muestran cabezotas, obstinad@s y algo despreocupad@s. No visten de manera especial ni hacen malabares con los sueños en mitad de la calle. No siguen una dieta excesivamente equilibrada ni hacen demasiado ejercicio. Estudian tu misma carrera o cualquier otra, se sientan a tu lado en clase o justo en la otra punta. Trabajan en aquello que les gusta o en algo que detestan pero les da de comer y, sea como fuere, lo hacen bien. Tienen un talento especial para el arte. La música, la lectura, la escritura o la magia son sus debilidades. Son capaces de iluminar la armónica más diminuta y el texto más triste, de deslumbrar desde lo alto de un escenario o el fondo de un bar al más incrédulo, o hacer reír al más afligido.

No l@s distinguirás por guap@s, alt@s, atelétic@s o distinguid@os (lo cual no quiere decir que no lo sean), sino por una mirada especialmente brillante y profunda, por un gesto amable y sincero, por su inconfundible manera de abrazar y su pasión por el chocolate, la tarta de limón o la comida exótica. Por su inagotable energía y su espontaneidad, su risa y su inconmensurable poder para contagiarla. L@s distinguirás por el aleteo de mariposas en tu estómago cuando se acercan demasiado, por la confianza que te inspiran o las lágrimas que saltan al vacío cuando están lejos. Por el poder que tienen para hacerte abrir los ojos y dejar que la luz pase y se acomode, por su interés en que descubras que, en realidad, todos somos parte de esa lista sin saberlo, y tenemos el poder oculto de alumbrar nuestra alma y la de todos.

Si alguna vez andas dormid@ o despistad@ por la vida, y sientes que tu alma se apaga, abre la ventana y deja que entre la luz a despertarte. Abrázala fuerte y respira hondo hasta que haga germinar los girasoles y entonces, guarda el secreto. Serás un@ de ell@s.