jueves, febrero 17, 2005

Aquella niña...

Aquella niña de ojos alegres que soñaba que podía volar. Aquella niña que pasaba horas inventando historias para otros, creando un mundo de fantasía para ella misma y prometió convertirlo en realidad algún día.

Aquella niña que adoraba montar en el tiovivo de la feria y regalarle vida a todas las figuras inertes que lo componían, la que se pasaba toda una tarde con un enorme algodón de azúcar o una manzana de caramelo.

Aquella niña que un día imaginó cómo sería su vida cuando fuera mayor y se asustó un poco. La misma que empezó a creer muy pronto en el amor y en los cuentos de hadas, en los príncipes azules y las princesas prisioneras del deseo.

Aquella niña que lloraba escondida bajo las sábanas y jugaba sola en su habitación a viajar por un mundo imaginario. Aquella que deseó con fuerza, como su abuela le había enseñado, que sucedieran cosas hermosas en su vida. La que se prometió ser feliz y a veces lo consiguió, muchas veces.

Aquella niña que se estremeció con su primer beso, y con el último, que dibujó corazones en cristales empañados con su nombre dentro. La que se levantaba cada mañana de un salto ilusionada por encontrarse con ese chico de clase que tanto le gustaba y tan poquito caso le hacía.

Aquella niña que pronto descubrió que querer duele, que el amor además de maravilloso es complicado, que aprendió a disimular sus sentimientos y a tener miedo. Aquella niña que conservó su inocencia pese a todo, que encontró consuelo y rechazo, que buscó comprensión y cariño. La misma que se negó una y mil veces a complacer al director teatral y jamás fabricó una armadura eficaz contra las emociones. Aquella que supo defenderse del odio con amor y del orgullo con nobleza, aunque no siempre le fuera bien.

La misma niña que hoy dibuja corazones en el papel y su nombre en la pizarra, que escribe cartas de amor y sigue soñando con que un día él la mire a los ojos y le diga que la quiere y que siempre la querrá.

Aquella niña es la que le devuelve la ilusión cuando nada es como quisiera. La que le guiña un ojo en el espejo mientras se peina. La que le susurra nanas al oido cuando no puede dormir. La que le aparta el pelo de la cara cuando agacha la mirada. La misma que le saluda cada mañana al entrar en clase, o le persigue mientras pasea por el parque y se esconde detrás de los árboles para darle sustos y reirse a carcajadas. Aquella niña que la abraza cuando se siente sola y le pide que nunca la abandone cuando sufra.

Es la niña que nunca desaparece por muy oscuro que esté todo, la que cree, la que sueña, la que vive dentro de ella y la hace sonreir cada día. La que le regala cuentos y canciones, anda con ella el camino que trazaron juntas y le promete un final feliz.

Aquella niña es la que sabe volar y la lleva de la mano hasta el País de Nunca Jamás.