martes, noviembre 30, 2004

Tesoros sin mapa

A veces no nos damos cuenta, pero estamos intentando correr, ir más deprisa de lo que nos permiten nuestros pies. A veces, sin querer, nos vemos desbordados por sentimientos poco o nada oportunos, por situaciones con las que no contábamos, que no estaban escritas en ninguna parte. Y tendemos a huir.

A veces, nos empeñamos en dibujar al milímetro un mapa, en trazar el camino perfecto que nos lleve directamente al tesoro que anhelamos. Marcamos los senderos posibles y descartamos de antemano los que creemos que no nos gustarán o, simplemente, no encajan en el plano.

Y a veces nos equivocamos. Nos frustramos al descubrirnos caminando por una de esas vías prohibidas y nos autocastigamos sin piedad alguna. Incluso podemos llegar a castigar sin darnos cuenta a aquél que nos incitó a dar el primer paso, olvidando que, en última instancia, son nuestros pies los que caminan y no los del otro.

A veces nos olvidamos de que no es posible saber en todo momento hacia dónde nos dirigimos, por muy claro que tengamos lo que queremos y lo que no.

Existen, en el mapa, mil caminos diferentes que nos pueden llevar hasta el lugar donde deseamos estar. Existen también mil senderos que no inventamos, mil historias que no escribimos antes de comenzar el viaje. Pero, sobre todo, existen más de mil tesoros sin mapa ni camino definido. Tesoros que aparecen sin previo aviso, sin ser anunciados en la tele ni en los carteles publicitarios de la ciudad. Tesoros con los que no contamos al hacer las maletas y que, sin embargo, se van sumando a ella...

Y no importa mucho a donde lleguemos si nos cuidamos de no andar justo en la dirección contraria, hacia fuera del mapa. Si nos cuidamos de poner un pie detrás del otro sin pretender llegar en dos segundos al lugar que marcamos ayer o marcaremos mañana.

No importa mucho a donde lleguemos si aprendemos que, a veces, lo más valioso es aquello que nadie dibujó en el mapa. Aquello que, sin apenas pretenderlo, va dando forma a nuestras huellas hasta convertirlas en una vida...

lunes, noviembre 29, 2004

Días de lluvia

Echo de menos los días de lluvia, con lluvia. Los días de sol, con sol. Echo de menos la coherencia y el nombre concreto de las cosas.

Me sobran los días lluviosos sin charcos y los infiernos congelados, los laberintos sin salida ylos naufragios solitarios.

Echo de menos los silencios compartidos y me sobran las palabras de perdón.

Echo de menos el sentido y la congruencia, saber escuchar y que me escuchen. Me sobran la ambigüedad y los miedos descarados.

Echo de menos los días de lluvia, con lluvia. Y me sobran los días contigo, sin ti.

domingo, noviembre 28, 2004

Coraza de cartón

Ella, agazapada entre sus brazos, deseó no amanecer nunca lejos de sus labios...

Abrió los ojos y dejó escapar un leve suspiro. Estaba sola. Los cerró y deseó esfumarse con el llanto. Apretó fuerte la almohada contra el pecho y se prometió levantar de nuevo las murallas de su castillo encantado...

Pasaron los días, las semanas... y ella dejó de sentir hormiguitas en el estómago, mariposas en los párpados y las manos. Se encerró en su mirada y trató de no buscar más preguntas, ni más respuestas. Sacó brillo cada día a su coraza de cartón y fue adornándola con recuerdos de historias pasadas y sueños truncados... Le pintó cascadas de lágrimas y tribales de colores. La paseó orgullosa por las calles de su ciudad, de la de otros, y por cada lugar de cualquier lugar...

A veces recordó su rostro, sus besos, y deseó no haberse dejado llevar... Otras se alegró por haber dejado de cometer estupideces, por dejar de confiar, de querer y creer en el amor, por no dejar entrar a nadie más en su castillo... Y otras, las menos, lloró en silencio por no haber sido capaz de enamorarle, por haber perdido la ilusión y el encanto de sus ojos... (pero esas nunca las contó).

Nunca le volvió a ver. Borraron aquella y todas las noches compartidas. Olvidaron sus nombres y el sonido de sus risas. Ella le escribió cartas que nunca envió. Él le compuso mil canciones que cantaría a otras mujeres.

Ella aprendió a olvidarle. Él a recordarla. Ella reconstruyó su palacio de cristal algunas veces más. Él destruyó los que pisaba. Ella empezó a cultivar un jardín con girasoles en su alma. Él olvidó regar sus plantas y se marchitaron pronto. Ella viajó a la India, Londres y Egipto. Él apenas salió de su barrio. Ella revisó los planos cientos de veces y marcó nuevos rumbos y metas. Él se casó y tuvo dos hijas. Ella guardó su armadura en un armario y dejó que se arruinara. Él olvidó retirársela y se incrustó en su piel. Ella siguió arriesgando. Él siguió perdiendo. Ella volvió a creer en el amor y él nunca supo lo que era.

Ella compuso un rompecabezas de ilusiones y fantasías, también de bonitos recuerdos. Coleccionó besos y caricias que mostraría en sus libros y exposiciones. Congeló momentos y se quedó con lo mejor.

Él se divorció y se casó un par de veces. Le ascendieron en la empresa y se compró un Ferrari y un chalet en Benidorm. Coleccionó alguna que otra entrevista en la radio y trofeos de golf.

Ella le hubiera abrazado cada noche... Y él se marchó.


(PD: Gracias a todos esos hombres que tienen el "don" de aparecer y desaparecer de nuestras vidas como por arte de magia. Sin ellos, este cuento no hubiera sido posible. Y a vosotras, por no convertir vuestras corazas en segunda piel, aunk cueste... No vale la pena)

sábado, noviembre 27, 2004

Autoseducción

Mírate. Sonríete. Sé simpática contigo misma. Tanto como lo serías con la persona que amas, o incluso más.

Cuídate y date los mimos que necesites sin exigirte explicaciones. Respeta tu cuerpo y tu mente, y regálate algún momento de intimidad, de silencio y de soledad. Date algún capricho "porque sí".

Vuelca todo ese amor que tienes dentro sobre la cama y revuélcate en él. Ámate como nadie te amará nunca.

No te castigues continuamente, ni te disculpes cuando no tengas motivos reales para hacerlo. Pídete permiso a ti misma para actuar de tal o cual manera y, si te equivocas, perdónate y aprende de ello.

Concédete todo el tiempo del mundo para conocerte, conquistarte, seducirte, quererte y re-quererte.

Regálate el kit completo de autoseducción y llévalo siempre contigo allá donde vayas.

Te lo agradecerás.

viernes, noviembre 26, 2004

Estado de shock

Encontronazos repentinos con la realidad que algunas personas fabrican para si mismas pueden provocar estados de shock transitorios. Momentos de paralización de pensamientos, seguidos de un torbellino de ideas e imágenes que golpean cada rincón del cerebro hasta dejarlo medio tonto. Catarsis provocada por la percepción (subjetiva o no)de falta de coherencia y naturalidad en el comportamiento y la forma de enfrentarse a la vida.

La primera reacción, ira y rabia. La segunda, impotencia.

Y después de pensarlo un rato, te das cuenta de que no eres la única a la que se le empañan los cristales de ver el mundo de vez en cuando, de que cada uno tiene una manera distinta (ni mejor ni peor) de funcionar. De que cada uno es dueño y esclavo de si mismo, y el tiempo pone las cosas en el sitio que les corresponde... y a las personas también.

Y entonces, el estado de shock remite, y puedes seguir caminando tranquilamente.

jueves, noviembre 25, 2004

Sentidos pasajeros

En ocasiones, un soplo de aire repentino e inesperado, le da un nuevo sentido a todo. Pero normalmente, en esos casos, el sentido no puede mantenerse por sí solo mucho tiempo, es pasajero...

Durante unas horas parece que las piezas del rompecabezas encajan milimétricamente, a la perfección. Quizás la estructura permanezca intacta algún tiempo. Hasta que un día, cualquiera de esos que te levantas desorientada y algo confusa, descubres todas las piezas nuevamente desparramadas sobre la cama... y comienzan a golpearse las ideas, los sentimientos se emborrachan y tu mente racional se declara en huelga. Kaos en tu interior. Sentido y pasajero.

Para entonces, sólo te queda tomar aire y anular todas las citas del fin de semana, prepararte un buen capuccino, o dos, y llenarte de calma para reconstruir el mapa mental. Sentarte frente a la montaña de sueños mareados e ir probando, una a una, todas las combinaciones posibles.

Objetivo: reorganizar toda esa amalgama de colores, emociones y verdades, siendo lo más práctica, realista y positiva posible. Hacer del kaos el equilibrio.

Con el último suspiro, puede que hayas conseguido hacer encajar todas las piezas. Aunque lo más probable es que hayas pasado la vida entera sumergida entre todas ellas, a punto de lanzarlas por la ventana entre combinación y combinación.

Moviéndote siempre entre sentidos pasajeros...

miércoles, noviembre 24, 2004

Pequeño Nuevo Mundo

Hace años que escribo porque hace años que sueño que un nuevo mundo es posible.

Un mundo nuevo para mi y para todos. Un mundo en el que las personas podemos soñar sin pedir permiso a nadie para hacerlo, en el que somos capaces de volar e inventar todas esas pequeñas cosas que nos hacen ser un poquito más felices cada día. Un lugar en el que los sentimientos no se esconden debajo de las sábanas, ni las ilusiones salen corriendo después de un tropiezo. Un lugar de encuentros y encantos, de regalos y tesoros que no están en los mapas. De caminos equivocados y desorientaciones transitorias. De idas y venidas sobre océanos y ciudades encantadas...

Un lugar mágico donde encontrarnos con nosotros mismos y sonreirnos frente al espejo, incluso cuando la luz esté apagada.

Este es mi Pequeño Nuevo Mundo, y quiero compartirlo contigo.