viernes, abril 29, 2005

Esclavos de lo que decimos, dueños de lo que callamos

La palabra es un arma de doble filo. Puede seducir y enamorar al más escéptico o derrotar y hundir al más valiente. La palabra queda dicha e impregna la atmósfera que nos rodea. Puede llover o puede brillar el sol después de darla o recibirla. Podemos sembrar la alegría y el odio, la esperanza y la ira. La palabra nos condena y otros nos juzgan, nos esclaviza su sonido y su sentido. El silencio nos disculpa, nos protege de las pugnas y los juicios, nos libera de la responsabilidad de decir algo congruente y original, del peso de expresar aquello que sentimos.

Somos esclavos de lo que decimos y dueños de lo que callamos. Pero que hermoso sería poder sentirnos libres al hablar y liberar del silencio al que calla por miedo. Usar las palabras adecuadas y adecuar nuestra mirada. No condenar la palabra al mal uso que le damos y entregarnos a ella para expresar lo que pensamos. Convertirla en melodía sin temer que la censuren, bailar con ella y admirarla. Que hermoso sería componer una sinfonía que todos pudiesen escuchar y compartir, manipular y convertir en canciones o cuentos o diálogos a cuatro voces, a diez.

Que hermosura romper la esclavitud y el silencio, escoger los pinceles más finos para trazar el hilo de una conversación, los colores más puros para pintar los pentagramas y las notas más sencillas para darles vida.

lunes, abril 25, 2005

Imaginación al poder, o el poder de la imaginación

Cada uno con lo suyo, recogiendo sueños rotos y enviando postales de amor sin destinatario. Sin verdades absolutas ni noción del tiempo o la realidad. Cada uno en su mundo se construye el fuerte como puede y se defiende de la vida, de los cuentos o de las canciones de cuna. Cada cual que viva como quiera y construya sus cimientos sobre el mar, las estrellas o la tierra. Que camine despacio, a la pata coja o en círculos, con la sinceridad por bandera o el victimismo a la espalda. Cada cual que elija con qué soñar y por qué vivir. Que cuelgue su lema en la pared, que le lance dardos a las fotografías en blanco y negro, que rompa cartas e ilusiones y se quede con lo que considere oportuno. Allá cada uno, con lo suyo...

Pero que no sólo queden las palabras y el relativismo, que no puedan los malos sueños o las historias a medias. Que no pese la oscuridad ni el silencio que reinó durante la batalla. Que no decaiga el ánimo ni aún cuando se esconda bajo la cama. Que no ganen las malas intenciones ni el hostigamiento del alma, la perspectiva única ni el poder supremo del egoísmo.

No siempre hacemos lo que debemos, pero imaginamos un futuro mejor y construimos un presente a nuestra medida, para resguardarnos del frío, de la muerte o del insomnio, para tratar de aprender, aún cuando la calma se nos revuelve y todo pierde el sentido que una vez tuvo, aún cuando nada es lo que fue ni parece que existiera nunca... Siempre puedes abrir fuego contra el bando contrario (incluso aunque no lo sea). Parece que todo está permitido. Y no importa a quién hieras si a ti también te hirieron. Cualquier ofensiva parece válida si alegas que fue en defensa propia. Y no importa quién llore ni cuánto, siempre puedes contar lo mucho que tú lloraste... Y así, unos por otros, podemos llegar al fin del mundo sin darnos apenas cuenta, sin conocer víctimas ni verdugos, sin advertir absolutamente nada que no concierna a nuestra vida, y quedándonos únicamente con lo que pobremente alcanzan a ver nuestros ojos.

Cada uno con lo suyo, que no es ni menos ni poco, que haga lo que quiera, que aprenda a ser mejor persona y a evitar absurdas contiendas, que cierre círculos, heridas o castillos enteros, pero que no dispare al aire que ya asfixia, ni abuse del poder de la imaginación para hacer sangrar lo que ya sangra...

miércoles, abril 20, 2005

Seducción por palabras

Sedúceme con las palabras como supiste hacer antaño...

Susúrrame al oído que sólo sabes que me amas cuando lo haces y sabremos enredarnos con nuestras caricias en un periplo imaginario que nos llevará hasta el nirvana. El silencio pondrá música a nuestros latidos y las estrellas harán el resto. Sígueme durante unos segundos y descubrirás que existe algo que calienta más que el fuego, que alumbra más que el Sol y embriaga más que el vino.

Sedúceme con tu voz y dale forma a la melodía que nace de tus labios y viene a morir a los míos. Moldea con tus manos la silueta de mi sombra y pídele que no se esconda ni se vaya. Hoy seremos tres. Escúrrete entre las sábanas que separan tu cuerpo del mío y camina sigiloso hacia mi vientre... y bésalo. Cierra los ojos y déjate hechizar por mi aroma cálido y sensual... Aúna mis latidos con los tuyos y respira tranquilo. En mis brazos estás a salvo de la nada. Sólos tú y yo en la oscuridad, marcando el ritmo de la pasión sosegada y ciega que nos ha venido a encontrar en esta noche de tormenta.

Siente mis manos resbalar por tu cintura y confundirse con tu alma, enredarse con tu piel y besarte el ánimo. Déjame despojarte del miedo y los fantasmas se irán a dormir tan pronto como nos vean desnudos y envueltos en sudor...

jueves, abril 14, 2005

Descorazonada

Le arrancaron el corazón y se llevaron su alma. Ella, mirando directamente a los ojos de su verdugo, balbuceó un rasgado y lento “por qué” mientras derramaba su última lágrima. Y allí quedó, tendida sobre la alfombra roja improvisada de su dormitorio, en silencio.

Desde la ventana de enfrente, alguien observó la escena mientras se deleitaba con un amargo y caliente café. El humo de su cigarrillo salía a encontrarse con el frío helado y el bullicio nocturno de la ciudad.

Los perros se volvieron locos durante unos minutos. Los canarios chocaban contra las rejas de sus jaulas y los peces se daban golpes contra los cristales de sus peceras una y otra vez.

Descorazonada y desalmada, encontraron su cuerpo desnudo dos días después. Hermoso como siempre había sido. El pecho horadado y los ojos abiertos, esperando a que alguien le explicara para qué alguien querría un corazón tan maltrecho y oxidado.

miércoles, abril 13, 2005

No, hasta las siete

No, hoy no te besaré hasta las siete. No te acariciaré el cabello hasta las siete y dos minutos. No te diré que te quiero hasta que se esconda el sol y el alcohol corra por nuestras venas. No me abrazarás hasta las ocho, ni me mirarás a los ojos hasta las nueve. No nos fumaremos ese porro a medias hasta las diez, ni jugaremos entre las sábanas hasta pasada la media noche. No dormiremos hasta las tres ni desayunaremos churros hasta las once. No te irás hasta la una ni volveremos a vernos hasta las cinco. Pero esta vez podríamos quedar en el local de la esquina, que ahí está permitido amarse a partir de las seis.

martes, abril 05, 2005

De vuelta...

Tras casi un mes de desconexión he decidido volver. Volver al mismo sitio de donde salí, el punto de partida positivo y tranquilo. Han pasado muchas cosas en apenas treinta días. Cosas buenas, muy buenas, malas, muy malas y peores, pero he tomado la decisión de no quedarme parada, de digerir tranquilamente todo lo sucedido y seguir andando. Nadie frena por nadie y a mi me queda mucho que andar.

Londres fue increíble. Un sueño hecho realidad junto a una de las personas que más me importan. Toda una aventura y una prueba de fuego que por supuesto superamos (y con nota).

Las Fallas valencianas, genial. Creo sinceramente que han sido de las mejores que he pasado en mucho tiempo, y no sólo por la fiesta, el ambiente y los buenos ratos, sino por estar cerca de las personas a las que quiero y extraño, cerca de las que quiero y están hoy a mi lado y lejos de aquellas que no supieron/quisieron ir más allá. Ha sido una experiencia productiva y enriquecedora, divertida y muy agradable unas veces, triste y estresante otras. Emociones a flor de piel hasta el último instante, hasta el último abrazo, hasta el adiós de la estación. Contener las lágrimas y la rabia, levantar la cabeza y reconocer tus debilidades, las de todos. Un nudo en el pecho durante días que no acaba de deshacerse hasta que lo hace y puedes respirar tranquila o, por lo menos, respirar, sin más. Luego la calma y mil sonrisas dedicadas a los mejores momentos vividos juntos, la recapacitación y la justa importancia de las cosas.

Mi semana de relax en Valencia se hizo corta, pero me dio tiempo a pensar, a poner en orden mis ideas, procesar toda la información que había ido acumulando a lo largo de los días y diluir bien esos sentimientos que también habían quedado enquistados dentro de mi. Pero sobre todo pude compartir mi tiempo con personas a las que adoro. Me apetecía más que nunca abrazar mi mundo, con las palmas bien abiertas, con el corazón en la mano. Decirle a mi madre cuánto la quiero, demostrarle lo agradecida que estoy por todo lo que ha hecho y hace por mi cada día. Animar a mi tía y a mis abuelas. Arrancarles sonrisas y ganas de seguir luchando. Contagiarles un poco de alegría y darles lo único que piden, amor. Es más fácil de lo que pensaba. Achuchar a mi hermano y repetirle mil veces que le quiero y le echo de menos. Conversar con mi padre mientras observo de cerca el brillo de sus ojos al mirarla. Reencontrarme con él, con ellos, con ella. TODO ha sido importante, y necesario para no dejarme caer y ser arrastrada por los sentimientos negativos que me saludaban desde las esquinas. He dado y he recibido amor. Más del que hubiera imaginado. La valoración no puede ser otra, aunque sea entre lágrimas, que positiva.

Y de vuelta aquí, por si no hubiéramos tenido bastante, las intrépidas aventureras deciden escaparse de nuevo de esta ciudad. Primera parada: Badajoz. Destino: Lisboa. Fin de semana para todos los gustos. Días de colores y atardeceres originales. Idas, venidas, mareos, sustos y risas. Impredecible, espontáneo y peculiar viaje que, de una manera u otra, devuelve la magia a mis sentidos, y espero que a los suyos. El primero de todos los que vengan y deseemos compartir. Unas Thelma y Louise del s. XXI, un Brad Pitt latino y mucha (pero mucha) carretera por delante.

Anoche dormí por fin en mi cama, en mi casa salmantina. Cansada pero contenta. Después de una larguísima conversación que aguardaba en un altillo el momento propicio, las palabras adecuadas, para salir en mi búsqueda. Derroche de cordura y sensatez, de una amistad que cada día se afianza y crece. La guinda que endulza un pastel un tanto amargo. El cuento de buenas noches más largo y el te quiero más sincero.

Casi treinta días y un millón de pensamientos, de emociones y de nuevas conclusiones. Más canciones que añadir a la banda sonora de esta gran superproducción, más historias que contar y lágrimas que olvidar. Más sonrisa, más palabras, más verdades...

Y ahora, ya de vuelta de todo, a seguir caminando y echar la vista atrás sólo cuando sea necesario o, cuanto menos, cuando lo que vea me invite a sonreir.