jueves, diciembre 23, 2004

Hacer una maleta

Parece algo sencillo. En teoría sólo hay que trasladar la ropa desde el armario y los cajones a la maleta o bolsa de viaje. La duración aproximada suele ser de una hora, si lo tienes todo bien organizado. Sencillo, ¿verdad?. Todos hemos hecho el equipaje alguna vez en nuestra vida.

Pero... ¿Para qué lo estás haciendo? ¿En qué piensas mientras lo haces? ¿Qué criterios sigues para elegir lo que te llevas y lo que te dejas?... La cosa se complica (si eres como yo, claro). Podría ceñirme a argumentos prácticos y meramente racionales, pero, por suerte o por desgracia, cuando yo hago una maleta soy de todo, menos racional y práctica (también me suele pasar cuando hago otras cosas). Cada vez que saco una prenda del cajón pienso en la última vez que me la puse, en lo que sucedió aquella noche que salimos de copas o fuimos al cine. Pienso en las veces que la he usado, y en la suerte que me ha traído. Pienso en si me llegaste a ver con ella puesta o la tuve olvidada mucho tiempo. Pienso en ti...

Cada vez que abro los cajones de mi mesa de estudio y tropiezo con alguna de las cartas que me escribiste o te escribí, con nuestras fotos o entradas de cine... Me enciendo un cigarrillo y me paro a observarlo todo bien. Repaso cada palabra, cada recuerdo, y me pregunto si hago bien en llevármelo conmigo o, por el contrario, debería dejarlo aquí, junto al pasado reciente...

Cuando hago una maleta pienso en mi vida, en mis idas y venidas,en lo mucho que me gusta, y me cuesta al mismo tiempo, andar siempre de un lado al otro del mundo... Me pregunto si algún día me quedaré quieta. Si algún día terminarán mis viajes y decidiré quedarme a tu lado para siempre. Todo es "extrapolable".

Mientras hago el equipaje, decido que partes de lo vivido últimamente me quiero llevar conmigo, allá a donde vaya, y que partes no. No es tarea fácil. Por eso yo, mientras recogía ayer mismo mis cosas para volver a casa, me perdí durante horas en millones de recuerdos. Un flashback interminable de encuentros y desencuentros, de palabras bonitas y desagradables, de besos y despedidas. De acercamientos y distanciamientos progresivos. Y tomé una decisión. Me he traído lo mejor. Aquello que me hace sentir bien, que me ilumina la cara al recordarlo. Me he traído las noches que no tienen final. Los besos furtivos. Las demostraciones de sincera amistad. Los bailes. Las miradas y las bromas. Las frases míticas: "Y venga y venga y venga..."; "Siempre he sido tres años mayor que ella"; "El segundo día de Año nuevo"; "Al pelote"; "Una antigua bailarina rusa que bailaba"; "Ustedes son muy hippies"; "¿Te lo repito? ¿te lo repito? ¿te- lo- re- pito?" (por citar algunas...). Me he traído parte de la realidad y parte de mi sueño. Mis ganas de superar todos los obstáculos y de hacerlo mejor desde ya. La ilusión porque TODO salga bien.

También he dejado allí algunas cosas, que espero se hayan desintegrado cuando vuelva. Los malos rollos. Los malentendidos. El sentimiento de culpa por sentirme bien junto a alguien. Los besos robados sin motivo. Las palabras vacías. Las mentiras. La inseguridad por mostrarme tal y como soy y no ser aceptada. La cabezonería por conseguir algo que no se puede tener. Las ralladas mentales. Las paranoias absurdas y demás complicaciones que hemos encontrado.

Y no es que olvide nada de lo sucedido. Todo queda almacenado dentro de mi. De hecho hay cosas que no podría olvidar aunque quisiera... Pero sí hay cosas que es mejor dejar allí y ver cuál es su estado a mi vuelta, a nuestra vuelta. Todo cambia. La vida fluye y el tiempo pone las cosas en su sitio.

Así que, como ves, hacer una maleta puede resultar extremadamente complicado para mi.

Pero aún hay más... espera a que tenga que hacerla para volver, a ver que cojones dejo en Valencia... Eso también será difícil, y es otra historia...

Pero una cosa importante: ¿sabes qué es de todo lo que me traje, lo más hermoso?... A tí, princesa.

Un besote y gracias por plantearme la reflexión.

miércoles, diciembre 22, 2004

Una Navidad diferente

Hoy vuelvo a casa por Navidad. Sí, suena de anuncio, y no es que la idea me entusiasme, pero reconozco que mucho más que cualquier otro año. Llevo casi tres meses fuera y, aunque a veces me cueste un poco reconocerlo, echo de menos a mi familia.

Por supuesto, también a mis amigos. Tengo unas ganas enormes de abrazarlos y comérmelos a besos. De contarles mil cosas y escuchar lo que tengan que contarme. De disfrutar de todos ellos.

Estoy haciendo la maleta... y recuerdo lo mucho que detesto esta actividad. No sé bien qué llevarme y qué dejar aquí. Recuerdo algo que escribí antes de mi viaje a El Salvador, "El equipaje perfecto", ¿lo recuerdas? "mucho de tí, mucho de mí y un poco de todo". Tengo una sensación extraña... Ahora que empezaba a acostumbrarme a esto tengo que volver a hacer las maletas. Serán sólo un par de semanas, pero se me hace raro.

Sé que voy a echar de menos algunas cosas (básicamente a personas)y, aunk no kiero pensar en ello, sentiré un pequeño vacío cada vez que olvide mi promesa y me deje llevar por la nostalgia. Las Navidades, para mi, son unas fechas un poco tristes. Nunca me han gustado. Pero estas van a ser, cuanto menos, especiales. Intentaré disfrutar al máximo y no agobiarme. Ser positiva. Estudiar un poco y reflexionar. Poner mi cabeza en orden para, a la vuelta, empezar una nueva etapa, con más fuerza que nunca. Ese es mi propósito para el nuevo año.

Espero que todos hagáis lo mismo. Ánimo con todo babys!! Y no olvidéis pedirle a sus Majestades SALUD, AMOR y mucho ROCK & ROLL. No hace falta nada más.

Un millón de besos.
Irene.

PD1: Mar, si crees que te vas a librar de nosotros tan fácilmente lo tienes claro! Cualquier día nos plantamos en Burgos. Te voy a echar mucho de menos niña, y a Dado también!. Vuelve pronto. Besos CDC.

PD2: Fran, mucho ánimo estos días. Sé que lo sabes, pero el poder de tres está contigo. Espero que todo vaya muy bien y que los Reyes se porten bien este año, al fin y al cabo, has sido todo un angelito... Mil besotes "nene"...;)

PD3: Pau, mi pituki. Tú si que no te libras de mi, porque vamos a vernos estos días. Volveremos a nuestros bares y parques. A nuestras calles valencianas. Espero que no nos de tiempo a echarnos de menos. Viviendo a dos calles tendría delito la cosa... Te quiero, ya lo sabes. Muuak!

PD4: Ay, mi niño canario... Sergio, ¿qué vas a hacer sin nosotras?? ¿¿Ahora quién se peleará por mi?? ¿¿Quién nos protegerá de los "chicos malos"?? A ti también te voy a echar de menos... Cuídate mucho y cuidadín con esas fiestas, que tienes un peligro...:P

PD5: Sirilla, xiquilla... ¿Qué te voy a decir? Que disfrutes y no dejes de ser tú misma nunca. No me pienso cansar de repetírtelo. Cuídate y recuerda: "las niñas buenas van al cielo, las malas a todas partes"...;)

PD6: Patri, nuestra baby mallorquina. Ya llevas varios días allí, y se te echa de menos... ¿Cómo no te vamos a querer?... No te olvides de nosotros y aprovecha al máximo el tiempo. Sé que lo harás. Ah! Y baila, baila, baila... I love you baby.

PD7: Bea, la niña más buena y responsable de todas. La nobleza personificada... ¿Qué te crees? ¿Qué no me voy a acordar de ti? De
ti y de tus interminables horas al teléfono... Eso es amor! Espero que os vaya todo muy bien. Besitos.

PD7: Y Carlos, Carlos, Carlos... ¿Hace falta que te diga algo más? ¿Algo que no sepas ya?... Espero que cuando llegues a Puerto Rico no se te ocurra decir nada malo de los españoles... Nos echarás de menos, seguro. Ah! Y no lo olvides: "Memoria y esperanza". Espero que seas de los nuestros... Un besazo.

A TODOS, LOS QUE OS VAIS, LOS QUE OS QUEDAIS, LOS QUE VOLVERÉIS, LOS QUE NO... FELIZ NAVIDAD Y PRÓSPERO 2005.

SALUD, AMOR Y MUCHO ROCK & ROLL

OS QUIERO!!

martes, diciembre 21, 2004

Gabi quiere volar

-¿Cuándo dejaste de volar?- le preguntó Gabi.
- Cuando tuve miedo de saltar- contestó.
- ¿Y por qué tuviste miedo?- Volvió a preguntar.
- Porque pensé que no podría abrir las alas, me caería y me haría daño.
- Pero... Si tu sabías volar... ¿Por qué te ibas a caer?.
- No lo sé. Pero pensaba que me caería.
- Mamá... Y yo ¿puedo volar?.

Celine se quedó mirando a su pequeño largo rato...

- Mamá... ¿Yo tampoco puedo volar?- Sus ojos se empañaron suavemente.
- Cielo, tú sí puedes volar.
- Pero... ¿Y si me caigo? ¿Y si me hago daño?- Preguntó dubitativo.
- No te caerás si aprendes a usar bien tus alas.
- ¿Tú no sabías usar tus alas?...
- Sí, pero tuve miedo...- Sus ojos se empañaron también.
- Y yo... ¿he de tener miedo? ¿he de aprender a usar mis alas? ¿he de volar o me quedo en tierra?... ¿Qué hago? ¿y qué pasa si me caigo?.
- Cielo. ¿Quieres volar?
- Sí.
- Pues vuela. Y si te caes, levántate y vuélvelo a intentar.
- Pero me haré daño...
- ¿Sabes qué me hace daño a mi, cielo? Que por culpa del miedo, olvidé cómo usar mis alas. Y ya no puedo volar. Mis alas desaparecieron y ahora sólo puedo caminar. Cuida tus alas y el día de mañana podrás elegir si volar o quedarte en tierra. Yo ya no puedo elegir... Y no hay día que no me arrepienta de no haberlo intentado...

domingo, diciembre 19, 2004

No te salves

Hacía frío en la calle. Así que decidió no levantarse de la cama. Puso su disco preferido de Sabina, y después el de Ismael. Y el de The Corrs. Tuvo tiempo de escucharlos todos mientras seguía abrazada a la almohada. Nadie le llevaría el desayuno la cama. Hacía frío en su cuarto, así que decidió acurrucarse bien entre las mantas y seguir retozando un poco más. Recuperó de la estantería su Inventario de Benedetti y leyó en voz alta "No te salves", recordando mentalmente todas las veces que lo había leído, y a quien. Y como era de esperar, la melancolía y la nostalgia la invadieron. Casi podría decirse que ella las llamó. Pasó varias horas así, perdida entre recuerdos y poemas, entre canciones que le regalaban medias sonrisas y alguna que otra lágrima discreta.

Pero se cansó. Se cansó de la tristeza y de las ganas de llorar, de pensar en todo lo que había dejado en el camino, en lo que no volvería y en lo que nunca tendría... Así que se levantó. "No te quedes inmóvil al borde del camino". Puso a Fito a todo volumen. Calentó café y exprimió naranjas con canela y azúcar. Abrió el grifo del agua caliente de la ducha y dejó que el baño se llenara de vapor. Le encantaba esa sensación.

"...No congeles el júbilo. No quieras con desgana. No te salves ahora ni nunca. No te salves..."

Cogió del armario su sonrisa de domingo y la colocó en su rostro. Se asomó a la ventana y descubrió un sol enorme en lo alto. Un día espléndido para pasear y comerse un helado en el parque, para leer el periódico tranquilamente o dar de comer a los patos. Para sonreirle al mundo y llenarse los pulmones de aire fresco. Renovarse por dentro. "Requererse" y revisar los planos.

Salió a la calle y llegó hasta el río. Allí, sentada en las piedras, escribió algo en un papel y lo lanzó al agua. Esperó unos segundos hasta verlo desaparecer y siguió caminando río arriba, mientras murmuraba casi en silencio:

"...Un domingo perfecto para decirte que si, pese a todo, no puedes evitarlo... y te salvas... entonces no te quedes conmigo..."

sábado, diciembre 18, 2004

Despedidas de limón

Hay despedidas para todos los gustos. Grandes y pequeñas. De sabores y colores muy diversos. Siempre puedes descubrir la tuya en la cesta de la compra. A mi sólo me gustan las pequeñas y de limón. Ácidas y dulces. Esas que pican durante un rato pero al final dejan un buen sabor de boca. Las otras, no.

Silencio en la estación. Poco a poco se vacía el espacio que hace nada llenabas con tu risa. Me han preguntado por ti los parques y han derramado una pequeña lágrima. Huelen a ti las calles, cada rincón de todos los rincones que hemos compartido en esta ciudad que no es la nuestra.

Y a unas horas de aquí y de ahora, tus calles volverán a llenarse de ti. Tu risa inundará tu casa y le devolverás la luz que tanto extrañaba. Y así una despedida se convertirá en ilusión y fuerza para invadirlo todo, como cuando eras chico.

Esta es sólo una pequeña despedida, con sabor a tarta de limón.

viernes, diciembre 17, 2004

Despedidas y buenos deseos para el año que entra. Lluvia de besos y ternura. Cerveza y ron para todos. Sonrisas sin rebajas. Y una lágrima escondida para ti.

Feliz Navidad.

jueves, diciembre 16, 2004

La última noche

Hoy es la última noche del año. Nuestra última noche juntos, en familia. Hoy celebramos que cuando volvamos a reunirnos habremos empezado una nueva etapa. Sí, hoy es nuestra Nochevieja particular, la de todos nosotros.

La ciudad entera se vestirá de largo sólo para invitarnos a tomar las uvas bajo el reloj de la Plaza Mayor. Más frío y menos normalidad que de costumbre. Aquí nada es normal.

Hoy va a ser una noche especial, porque es la nuestra. Porque dibujaremos estrellas fugaces en el cielo y le pintaremos un arcoiris al año que entra, mientras brindamos con champan y besos.

Espero, de todo corazón, que quede mucho camino por recorrer juntos. Que los que ya no volverán se lleven lo mejor de cada uno y vuelvan a buscarlo siempre que quieran, o cuando se empicen a agotar los recuerdos. Fabricaremos un millón de ellos más. Que empecemos el año con buen pie y una lista interminable de sueños por cumplir.

El mío, sin duda alguna, es que todos seamos muy felices.

Feliz 2005 a todos los que, como nosotros, han decidido celebrar hoy su última noche del año.

miércoles, diciembre 15, 2004

Despegar

Llevo días pensando en ello y creo que ya va siendo hora de plantarle cara a la vida. De ganarle la partida, o cuanto menos, no dejarse vencer.

He descubierto algunos de los fallos en la maquinaria que un día me hicieron caer. He detectado los engranajes oxidados y he recordado dónde dejé el tres en uno. Es hora de rectificar y aprender. De respirar muy hondo y llenarse los bolsillos de gominolas muy dulces para el camino. Puede que sea largo.

No se trata de ir contra corriente, ni de pretender que todo cambie porque sí. No. Se trata únicamente de reconstruir parte de lo perdido y saber valorar lo ganado. Alcanzar el equilibrio justo y necesario para mirar de frente el futuro y sonreir. Marcar unas metas y establecer los asideros que servirán de apoyo. Trazar unas simples líneas directrices que permitan no perder de vista las cosas positivas y afrontar con valentía las negativas. Hacerlo mejor.

Sí. Muchas veces las cosas no salen como esperamos. ¿Y qué?. El mundo no se acaba por eso. Aprender a ver el lado positivo de todo lo que nos ocurre (ojo, siempre siendo realistas, nada de autoengañarse o ignorar aquello que es realmente negativo) es todo un arte. Y aprender a aceptar y respetar que en algunos momentos difíciles seremos débiles o vulnerables, también lo es. Nadie es invencible, y mucho menos perfecto.

Habrá momentos buenos y malos. Personas que permanezcan y personas que desaparezcan. Situaciones fáciles y más complejas. Encuentros y desencuentros. Chocolate y manzanas con gusano. Noches a tu lado y días enteros sin ti. Unas veces obraré bien, y otras no. Pero seguro que intento hacerlo mejor la próxima vez. Aceptar las victorias sabemos todos, pero aceptar las derrotas también es importante. Y aceptarse uno mismo, con lo bueno y lo peor, más. Siempre he pensado que cualquier crisis supone un punto de inflexión necesario para el cambio. El error es quedarse estancado y no evolucionar, no asumir los errores ni pretender cambiarlos. No plantarles cara.

Alguien dijo que para despegar primero hay que crear el espacio necesario para abrir las alas... Tres, dos, uno... A volar.

martes, diciembre 14, 2004

Rastro de ti

Seguirte es seguir la luna. Es querer dibujar océanos en tu piel. Es quedarme atrapada en tu perfume y no molestarme en buscar una salida. Seguirte es cerrar los ojos e inventar un rastro de ti en alguna parte de mi que fue tuya. Seguirte es perderme en un suspiro y despertarme junto a ti.

Préstame tu calor esta noche, y dibujaré mi rastro en tu piel, para que algún día seas tú el que me busque.

lunes, diciembre 13, 2004

Tráfico en el Botánico

Los Pensamientos se atropellan y lanzan insultos al aire. Corazones tuneados se retan por las calles de las almas solitarias. Los pasos de peatones están desdibujados y los semáforos averiados. Los Celos persiguen al Amor y una ambulancia recoge los restos de la Amistad en un cruce. La Soledad te aguarda en cada esquina y la Muerte toma el sol mientras lee tranquila el periódico en un banco.

Una persecución policial altera el orden público del parque. El Odio se ha escapado del Psiquiátrico y cinco policías de paisanos le pisan los talones sin alcanzarlo.

La Ternura y el Cariño pasean de la mano entre los árboles milenarios y dan de comer a los gatos. Una pareja de ancianos se promete amor eterno frente al estanque, ajenos a la locura del lugar. Y unos niños se espían entre los arbustos para robarse guiños de inocencia.

La Complicidad se ha perdido entre los cactus, y la Confianza la busca en el Jardín de las Esmérides.

Hay tráfico en el Botánico.
Pero eso no sale en el telediario.

domingo, diciembre 12, 2004

Hagamos un trato

Cuando sientas tu herida sangrar
cuando sientas tu voz sollozar
cuenta conmigo
(De una canción de Carlos Puebla)


Compañera
usted sabe
que puede contar
conmigo
no hasta dos
o hasta diez
sino contar
conmigo

si alguna vez
advierte
que la miro a los ojos
y una veta de amor
reconoce en los míos
no alerte sus fusiles
ni piense qué delirio
a pesar de la veta
o tal vez porque existe
usted puede contar conmigo

si otras veces
me encuentra
huraño sin motivo
no piense qué flojera
igual puede contar
conmigo

pero hagamos un trato
yo quisiera contar
con usted
es tan lindo
saber que usted existe
uno se siente vivo
y cuando digo esto
quiero decir contar
aunque sea hasta dos
aunque sea hasta cinco
no ya para que acuda
presurosa en mi auxilio
sino para saber
a ciencia cierta
que usted sabe que puede
contar conmigo

(Mario Benedetti)


(PD: Ánimo niño)

sábado, diciembre 11, 2004

No sé si lo dije...

No sé si lo dije... Pero gracias.

Gracias por aparecer en mi vida. Por preocuparos en conocerme y entenderme. Por escucharme y dejar que os escuche. Gracias por dejarme abierto el balcón de vuestra alma y permitirme colarme cada noche, mientras dormís. A veces, incluso, mientras todavía no dormís.

Un camino nuevo es más fácil de recorrer si no estás sola, si alguien camina cerca de ti. Y vosotros caminais conmigo. Muy cerca de mi.

Dentro de algún tiempo confeccionaremos un álbum de recuerdos, de retazos de una experiencia pasada y hermosa. De un viaje, de lágrimas y borracheras. De abrazos y chupetones secretos. De bailar hasta que salga el sol. De cosquillitas en los brazos y escenitas en la Plaza Mayor. De colchones que salen por las noches a tomar el aire, cuando nadie los ve. De sesiones de cine, tapas y ron. También de conversaciones trascendentales a la luz de un encendido corazón rojo, o de velas que no se acaban nunca. Momentos de complicidad y risas, de noches de tres y bufandas de colores. Enfados, malentedidos y reconciliaciones. Verdades, miedos y anhelos compartidos... Seleccionaremos los mejores momentos y los colgaremos en las paredes de nuestras nuevas habitaciones. Las llenaremos de nosotros y tendrán un color diferente al de todas las anteriores. Planearemos reencuentros mágicos con sabor a tarta de chocolate. Reconstruiremos nuestra historia y la proyectaremos hacia delante, tratando de no perder ni un ápice de lo vivido, de lo compartido.

Es posible que algunos no nos volvamos a ver. También que algunos sigamos viajando de un lado al otro del mundo para encontrarnos. Pero cabe la maravillosa posibilidad de que decidamos, aquí y ahora, no dejar que la distancia ahogue los tesoros encontrados.

Yo me comprometo a dejar mi ventana abierta para que vengais a espiarme, para que volvais a encontrarme. Espero que vosotros también lo hagais. Y cuidemos lo más valioso que hemos encontrado, nuestra amistad.

No sé si lo dije... Pero gracias por aparecer.

(PD: Permanecer es lo más difícil... Pero siempre me gustaron los retos..XD)

viernes, diciembre 10, 2004

Mapas

Los mapas siempre han sido el mejor utensilio para no perderse. Cuando perdemos los nuestros tenemos dos opciones, quedarnos como un pasmarote viendo como el perro se los come, o coger papel y lápiz para diseñar unos nuevos.

Yo opto por lo segundo.

jueves, diciembre 09, 2004

Carmelo

Carmelo no quería crecer. No quería hacerse mayor, ni tener arrugas en la frente. No quería quedarse sentado en su sillón en las tardes de invierno, ni que nadie le ayudara nunca a subir al autobús. No soportaba que sonara el despertador por las mañanas. Lo escondía debajo de la cama hasta que su gato comenzaba a arañar la puerta de su cuarto y le obligaba a saltar de la cama para empezar un nuevo día.

No le gustaban las personas grises. Las personas que habían dejado de soñar o de volar en cada sueño. No entendía a aquéllos que no luchaban por lo que sentían, que se dejaban arrastrar por la marea de "sinsentidos" que los poderosos ponían al alcance de todos. No soportaba la violencia gratuíta o los anuncios sexistas que la televisión emitía en pleno siglo XXI. No creía en Dios ni en la sociedad. No toleraba a los intolerantes ni renunció jamás al amor.

Carmelo adoraba el circo, los malabaristas ambulantes, el teatro los martes por la tarde y el cine español. La buena música y la lectura tranquila. El helado de chocolate y el tiramisú. Los chupachups de fresas con nata y montar en bicicleta. No sabía decir que no a un paseo por el parque, a una conversación agradable o a un beso improvisado.

Carmelo adoraba la vida, pero odiaba la idea de hacerse mayor... Y, a sus 20 años, decidió no crecer más.

miércoles, diciembre 08, 2004

¿Sola?

¿Nunca te has preguntado lo que sucedería si algún día te despertaras y estuvieras completamente sola? ¿Has pensado alguna vez en la posibilidad de vivir completamente aislada y ajena a todo lo que hoy te rodea? ¿Lo has deseado alguna vez? ¿Crees que serías más feliz?... Estas y muchas otras preguntas son las que hoy rondan mi cabeza.

Los seres humanos somos animales sociales y vivimos enmarañados en una inmensa red social de relaciones. Desde que nos levantamos hasta que volvemos a la cama estamos en contacto con cientos de personas, ya sea de manera directa o indirecta.

Al despertar y lavarnos la cara nos damos los buenos días a nosotros mismos, luego a nuestros compañeros de piso (a veces ocurre en otro orden). Nos vestimos y bajamos a la calle, donde nos cruzamos con decenas de personas de camino a la facultad, miradas de complicidad (que sueño tengo...). El café con leche en la cafetería, sonrisa del camarero que lleva dos horas sirviendo cafés a estudiantes adormilados como tú. Clase de Psicología del Pensamiento. Tu profesor parece que hable solo. De hecho lo hace porque no recibe ningún tipo de feedback positivo (normal, nadie le entiende). Pero ahí estáis todos, mirándoos con cara de desconcierto, incluso miedo, pensando en el día del examen...(comunicación no verbal). Y algo similar ocurre durante toda la jornada. De vuelta a casa, a comprar algo en el supermercado (las cajeras, me encantaría decir cajeros pero la verdad es que casi siempre son mujeres, a veces no son un buen ejemplo de comunicación porque se tienen el rollo aprendido de memoria, pero hay muchas que son encantadoras y se saltan el guión para preguntarte qué tal te ha ido el día). En la frutería, dos hombres se enzarzan en una discusión absurda acerca de la veracidad de las predicciones del hombre del tiempo, y, aunque quieras pasar desapercibida, uno te pide tu opinión. Entonces, con una media sonrisa le explicas que tú eres de Valencia, y que para ti, en esta ciudad, siempre hace frío. Ah! y que como no ves la tele, no sabes lo que ha dicho el hombre ese. Coges tu bolsa de naranjas para zumo y te despides rápidamente. Una vez en tu portal descubres que, una vez más, la puerta está abierta, así que la empujas con el pie y pasas. Esperando el ascensor está tu vecina del segundo, que muy amablemente te pregunta si vives aquí y en qué piso. Tú vacilas un momento porque piensas que lo sabe perfectamente (sólo hay un piso de estudiantes en todo el edificio y tú no aparentas los 30 ni por asomo), además, el otro día montaste una fiestecilla y no te apetece nada escuchar algún comentario al respecto. Pero de nuevo, y con una sonrisa de estudiante responsable, aprietas tu botón y le dices que llevas muy poco tiempo en el piso, pero que estás muy contenta porque es una zona muy tranquila.

Por fin en casa. Dejas las bolsas en la cocina y la carpeta en tu cuarto. Tu compañera de piso está viendo Gran Hermano y te empieza a contar a voces las últimas novedades (al principio no te interesaban, pero acabas por acostumbrarte, incluso un día te descubres siendo tú la que preguntas). Y una vez en tu cuarto, a salvo de todos, conectas el ordenador y te pones a responder emails como una loca.

Cuando te quieres dar cuenta son las 23 h y no has estado sola ni un momento en todo el día. Puede que hubieras deseado no encontrarte a ese chico que te gusta en la cafetería, o que el profesor no te llamara la atención por llegar tarde a clase, o incluso no haber tenido que sonreirle al frutero que tiene tan mal carácter. Puede que odies Gran Hermano o no soportes a algunas personas... Pero ¿realmente piensas que podrías vivir completamente sola?...

Y todo esto, en realidad, para decir que si, como animales sociales que somos, nos "gusta" relacionarnos con otras personas, sean quienes sean... Imagínate si además, te relacionas con personas a las que quieres. Si te levantas de la cama y lo primero que ves es su carita de niño bueno, o esa sonrisa tan especial al entrar en la cafetería de la facultad, o te regalan un abrazo sincero al entrar por la puerta, o un beso antes de dormir. Te leen un cuento o te susurran una canción al oido, aunque sea por teléfono. Te dicen lo linda que estás hoy o lo bien que te sientan los vaqueros. Te regalan una chocolatina o una rosa robada. Te dicen que te quieren o que te echan de menos.

Imagínate que alguien está sintiendo lo mismo que tú cuando le dices que le quieres y dime que no necesitas a NADIE para sentirte feliz...

(PD: A veces desearíamos evadirnos de un mundo que no nos gusta y no dejar entrar a nadie en nuestra vida, pero basta con una sonrisa de un ser querido para darnos cuenta de que ni estamos solas, ni queremos estarlo)

martes, diciembre 07, 2004

Sin sentido

Creo que ya he dicho alguna vez que hay cosas que no tienen mucho sentido, y si lo tienen, no vale la pena buscarlo.

A veces nos enamoramos sin querer, nos desenamoramos porque sí, discutimos por tener un día tonto o nos sentimos solas estando acompañadas. A veces sentimos que perdemos a alguien a quien nunca tuvimos, que ese chico nunca se fijará en nosotras o que una amiga nos ha traicionado, y no tenemos razones contundentes para probar nuestras creencias. A veces pensamos que nadie nos va a querer nunca porque somos de tal o cual manera, que no queremos estar cerca de la persona que nos gusta por si acaso, que una amiga no nos quiere lo suficiente o que el mundo entero conspira contra nosotras para que no seamos felices... Y no tiene sentido.

A veces tropezamos y rompemos nuestros cristales de ver el mundo, y todo se vuelve borroso, incluso negro. Nada es como nos gustaría y además, de repente, nuestra mente se bloquea y no es capaz de procesar tanta información a la vez. Sobrecarga en la red. Cortocircuito momentáneo. Desconexión automática de la realidad.

Tratando de buscarle el sentido a todo sólo consigues marearte más, pero no avanzas. STOP. Relájate y disfruta. Piensa que hay cosas que no tienen mucho sentido, y si lo tienen, no vale la pena buscarlo.

Puede que no sea una verdad absoluta, pero a veces funciona.

Y si no lo puedes evitar y sigues dándole vueltas, que sean hacia dentro, porque probablemente el sentido esté en ti y sea justo el que tú le quieras dar.

Yo, hoy, y en pleno arranque de honestidad y confianza contigo, prefiero pensar que el sentido de las cosas vendrá rodado, y que cada día que pase irá tomando forma hasta definirse por completo. Mientras tanto... STOP.

lunes, diciembre 06, 2004

Reencuentros

Y aquí estamos, una vez más. Los paseos y las conversaciones que tanto extrañaba. Es como si los Reyes Magos por fin se hubieran acordado de mi... ¿He dicho ya que esta ciudad es más bonita cuando la miramos juntas? ¿Que han adornado las calles para nosotras? Es posible que me repita durante unos cuantos días, pero lo cierto es que me parece asombroso cómo la presencia de las personas a las que queremos puede hacer cambiar tantas cosas... Cómo los reencuentros pueden llenar tanto a una persona que ama con el corazón abierto de par en par... Cómo puede un simple gesto de ternura darle un giro de 180 grados a la vida para ponerla a nuestro favor.

Es realmente maravilloso sentir la embriaguez de los sentidos cada vez que abro los ojos y estáis aquí, tan cerca de mi. Reencontrarse con sentimientos y verdades, con recuerdos e ilusiones compartidas. Con sonrisas y miradas conocidas. Complicidad, comprensión, confianza, amistad...

Mirarme en tus ojos y verme reflejada al fin. Recordar quien soy y quien deseo ser. Quien eres y quien deseas ser. Olvidar los malos ratos por un instante, aunque sea breve, y perder la noción del tiempo justo en el momento en que te digo que te estoy queriendo como nunca he querido a nadie y me sonríes. "Yo también amor, yo también".

Estas son las cosas que me recuerdan que sigo viva. Y mejor aún, que estoy viviendo.

domingo, diciembre 05, 2004

Apariencias

Las cosas no son siempre lo que parecen. Unas veces nos las imaginamos peores, y otras mejores de lo que son en realidad. Por eso la mejor opción es no esperar nada, no interpretar nada ni tratar de buscarle sentido a las cosas que no lo tienen, hasta que lo tengan.

Me puedo quedar sentada durante horas preguntándome por qué, qué es lo que he hecho tan mal... Pero no lo haré, porque no tiene demasiado sentido.

Puedo llorar e inundarme de una tristeza inhumana, y esperar a k vuelvas a mi lado para explicarme el verdadero motivo de las cosas, la realidad que las envuelve... Pero tampoco lo voy a hacer, porque no sé si entenderé algo de lo que me cuentes... No sé si tiene sentido...

Hoy es un mal día. Para mi y para ti. Mi cielo se ha nublado de repente y me siento muy débil y cansada. Me siento a miles de kilómetros de la estrella que anoche iluminó el firmamento, y a oscuras seguiré caminando un poco más, por si descubriera en el camino que hay cosas que pueden ser justo lo que parecen, ni más ni menos.

sábado, diciembre 04, 2004

Brillaremos

Hoy brilla el sol de manera especial. Hoy, mi ciudad, que es distinta a la de siempre, se viste de gala para recibir a las dos estrellas más brillantes de mi firmamento.

Esta noche, cuando estemos juntas, el cielo brillará más que nunca desde que estoy aquí, en una ciudad que no es la mía pero de la que empiezo a formar parte. Y brillaremos juntas.

viernes, diciembre 03, 2004

Cristales

Miguel no tenía ya fuerzas para seguir caminando. Se dejaba arrastrar por la inercia de su cuerpo. Su psicóloga le envió directo al hospital.

Le abrieron en canal para sacarle todo lo que llevaba dentro y descubrieron un corazón de cristal. Brillante y puro cristal helado. Escarcha en los pulmones. Y unos pequeños cristalitos de colores incrustados en el hígado y los riñones. Moriría congelado.

No podía respirar ni tragar saliva. Su rostro estaba pálido y sus ojos apagados. Su sonrisa ya no iluminaba las calles ni le servían de linterna en la oscuridad de su habitación. Ya no veía prácticamente nada que estuviera a más de dos metros de sus narices. Sus lágrimas ya no eran lágrimas, sino riachuelos en su piel. Sus gélidas manos convertían en hielo todo lo que tocaban.
Y sus palabras, todo lo que decían.

La operación duró varias horas, tratando de devolverle el calor que le diera de nuevo la vida. Nunca se había visto nada parecido. En el quirófano, siete médicos y ocho enfermeras alrededor de una camilla y tres estufas. Todo un arsenal de utensilios punzantes extendido sobre la mesilla metálica. Y en la sala de espera, nadie esperando.

Su corazón latía en silencio. Y sus ojos ni siquiera luchaban ya por conservar un poco de luz.

El Dr. Frare pidió el bisturí. Lucía, la enfermera morena de ojos saltones, lo puso en su mano, mientras observaba asustada la disección. De repente, un millón de diminutas lanzas de cristal comenzaron a brotar del pecho de aquel joven. Todos, tirados en el suelo, trataban de esquivar las afiladas puntas heladas. Pero una alcanzó a Lucía, que pronto comenzó a dejar de sentir sus manos y sus pies.

La tendieron en una camilla, junto a la estufa, y observaron cómo su rostro palidecía a cada segundo, cómo sus ojos se iban apagando lentamente hasta dejar de iluminar la habitación. Su piel se llenó de riachuelos de plata...

La abrieron en canal para sacarle todo lo que llevaba dentro, y descubrieron un corazón de cristal.

Nunca se había visto nada parecido. En el quirófano, dos cuerpos inertes enterrados por millones de cristales congelados. Y en la sala de espera, nadie esperando.

jueves, diciembre 02, 2004

Cerca de mi

No estás y te veo. No estás y te siento aquí.

Recuerdo tus gestos, tus miradas cómplices y tu forma especial de guiñarle el ojo a la vida. De arrasar con todo. De caerte y levantarte. De seguir siempre hacia delante. De comerte el mundo aún cuando no tienes hambre...

Recuerdo los paseos por la playa, por los parques y barrios de nuestra ciudad, de cualquier ciudad. Recuerdo nuestras conversaciones y nuestras risas al fondo del bar. Nuestras coronitas, spaguettis, capuccinos y tartas de chocolate a media tarde, o a media noche. Recuerdo tu olor y tus ganas locas de abrazarme. Tus pantalones vaqueros desgastados, tu atuendo informal y descarado. Tus tacones, tus deportivas, tus camisetas de algodón y tus minivestidos de colores.

Recuerdo los consejos, los sermones, las ralladas mentales y el deseo de darle un puntapié al mundo cuando no es como queremos. Las discusiones en mi casa, en la tuya, en la tetería, sentados sobre una alfombra esperando a que el sol se esconda para elevar el vuelo sin que nadie nos vea. Las tardes enteras tirados en la cama escuchando a Rober y a Fito. Recuerdo las peladas, las locuras, las noches interminables a la luz de las velas o del neón. El ron, la cerveza y el Lambrusco. Recuerdo tu forma de moverte en el escenario, en el césped y en la arena. Tus chistes y desvergüenzas. Tu manera de bacilarle al mundo y enseñarme a reirme de todo. Tus canciones por teléfono. Recuerdo tu habitación, tus fotos, tu bote de chicles y tus posters del Che. Tus historias y sueños, tus pesadillas y desvelos. Tus lágrimas de cocodrilo persiguiendo a las mías por el comedor. Tus "quedamos para estudiar" sin traer siquiera los libros.

Recuerdo los silencios y las frases que uno empieza y el otro acaba. Los libros compartidos y las tertulias con café. Las canciones y los bailes por el pasillo. Las escapadas en moto hasta las tantas. Los retos, las improvisaciones, las manifestaciones incontroladas de cariño y rebeldía. Los "deberías" que no queriamos escuchar. Los "te quiero", "quiéreme mucho" y "yo más". Los asuntos pendientes, las despedidas...

Recuerdo tu nombre, tus ojos y tu forma incondicional de quererme. Recuerdo las promesas y la ilusión por verlas cumplidas.
Recuerdo el porvenir de mi pasado. Y siento que siempre estarás cerca de mi.

(PD: A todos los que hoy estáis tan lejos y tan cerca...)

miércoles, diciembre 01, 2004

Superhéroes

Hay personas que tienen poderes y no llevan capa, ni mallas de colores. Ni siquiera necesitan un antifaz o tirar telas de araña desde sus manos. No trepan por las paredes. No vuelan (al menos no en público) ni corren a la velocidad de la luz. No salen en los comics ni en las películas americanas. No tienen nombres compuestos, ni cuerpos perfectos, ni profesiones tapadera. No enamoran siempre a la chica guapa, ni salvan al mundo de la hecatombe dos veces por semana.

Pero son capaces de escuchar tu llanto desde otro planeta, de recorrer cientos de kilómetros y aparecer en tu habitación, en mitad de la noche, para salvarte de un dragón de tres cabezas que no te deja dormir, o de una malvada bruja que quiere envenenarte con su manzana podrida...

Hay personas que se disfrazan de paisanos toda la vida, para esconder el superhéroe que llevan dentro. Algunas, ni siquiera lo saben.

Y, a mi parecer, esos son precisamente los únicos superhéroes que existen. Y los únicos que quiero en mi vida.